Desde muy joven Christine Lagarde se acostumbró a ocupar roles que ninguna mujer había ocupado. En 2011, se convirtió en la primera mujer en presidir el Fondo Monetario Internacional (FMI) desde la fundación del organismo en 1946, también es la primera mujer ministra de Asuntos Económicos del G8.
Además de haber sido titular de uno de los mayores bufetes de abogados del mundo como es Baker & McKenzie, fue la primera ministra de Finanzas de la historia de Francia, además de ser una de las que más duró en el cargo.
Llegar al puesto que ocupa no le fue fácil, además de tener un currículo brillante y una carrera académica admirable, es una mujer incansable que como ella afirma; la única vez que se tomó un período de vacaciones fue cuando nació su primer hijo. Le dedicó más tiempo a su carrera que a su familia, pero no se arrepiente. “Siempre hay culpa, obvio, pero es lo que soy”, señala.
Acerca de la falta de mujeres en estas altas esferas siempre reivindica que la presencia de las mismas sería algo muy bueno para que la economía mundial fuese mejor encaminada. “Desearía que hubiera más mujeres en las finanzas, creo que serían mucho más sanas”, otra cita que cabe reseñar es la siguiente: “Las mujeres solemos convertirnos en líderes en los momentos de mayor riesgo, como si después de todo, el sistema admitiera depositar su confianza en nuestra capacidad de resolver los problemas”, dijo en una entrevista en el diario Telegraph, en donde dejó ver su inconformidad con el sistema de cuotas para promover la participación de la mujer.
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